Hay quienes pasan su jornada laboral dirigiendo los volantes que nos transportan; quienes respiran campo a diario y se encargan de cuidarnos la tierra; quienes se dedican a salvar vidas dentro de un quirófano. Nuestro trabajo es ilusionante, pero no vamos a engañar a nadie, lo desarrollamos –la mayor parte del tiempo- sentados en un escritorio, frente a una pantalla de ordenador. Eso sí, tenemos el privilegio de contar con un refugio propio desde el cual fragmentar, analizar y volver a ensamblar la realidad: nuestro Oz.
Oz es la isla donde cualquier idea está permitida. Un espacio, como el de la intervención artística del búlgaro Christo, en el que el peso se rebaja y es posible dejarse llevar y llegar, incluso, a caminar sobre las aguas. Porque Oz no es un lugar, es un estado mental. Por eso, aunque durante unas semanas no estemos entre briefs y aplicaciones, y nos olvidemos de los timing (porque sí, ¡lo vamos a hacer!), seguiremos cosechando y reposando conceptos, sensaciones y estímulos desde la playa de nuestra isla de Oz.
Te dejamos información para que te adentres en la mesiánica obra de Christo, que ilustra a la perfección nuestra Isla de Oz.
¡Felices vacaciones!
Y recuerda, “no te perderás si sigues el camino de baldosas amarillas”…