COMUNICACIÓN SENSORIAL PARA DESPERTAR LOS VALORES DE UNA MARCA

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Comunicación sensorial para despertar los valores de una marca

 

 

Los recuerdos son esos cachitos de vida que a todos nos gusta rescatar de vez en cuando y que nos hacen valorar lo vivido. Por eso desde el equipo playero nos hemos propuesto hacer que el rescate de estos momentos sean más, más a menudo y con más carácter.

Vivimos tiempos de inmediatez, todo lo tenemos a golpe de click. Contenido e información de todo tipo que en gran cantidad de ocasiones (demasiadas) no nos da tiempo a asimilar, analizar, disfrutar y con ello hacerla nuestra. Da la sensación de que pasa por encima pero no nos cala, porque para eso hay que pararse y sentir.

Hace unos días realizamos en colaboración con Juan Bolaños una cata sensorial piloto donde los participantes acompañados por unos vinos, despertaron sus sentidos (si si los 5), para bucear en su mar de vida, y descubrir como un sonido o un olor pueden transportarte si te paras, escuchas o tocas, en definitiva sientes.

 

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Elegimos los productos, buscamos el sitio, invitamos a los protagonistas, y seleccionamos la fecha para darle al pause a la vida y vivirla.

Cada uno desde su experiencia y acompañados por nuestra maestra de ceremonias se sumergieron poco a poco en el viaje que les propusimos cuyo destino desconocían.
Risas, intriga, sorpresa, al principio, ambiente afable, natural y espontáneo un poquito más tarde, todo sencillo y fácil de digerir, esto no es una cata tradicional.

Gracias a lo especial del espacio, el Bar Pepita, a la buena disposición de los presentes, que consiguieron que no les apretase el cinturón ni los prejuicios, se creó una atmósfera tranquila, delicada y relajada donde dar rienda a las sensaciones, abrir la mente y descubrir que es para cada uno un fino o un vermut dentro de su paleta de vivencias. La ficha técnica de cata de Juan reveló más detalles sobre los vinos presentados sumando sensaciones que los participantes compartieron y que inspiraron la creación de micro relatos colectivos como este:

Fin de verano.
Paseo por el campo de mis abuelos y pienso que esta noche salgo con estos para despedir las fiestas.
De repente oigo el ruido del arroyo y recuerdo aquella tarde que tomaba agua de coco añeja; aparece un ciervo y viene hacia mí con su cornamenta.
Me despierto, siento un golpe en la cabeza y creo que es una naranja. Pero… ¿una naranja en Washington?

Lo bonito de esta experiencia es que no existía un destino específico sino cada uno llegó donde quiso porque para llegar los sentidos tenían el volante. Una vez desaparecen los móviles y las posibles distracciones es fácil identificar momentos de vida vividos y relacionarlos con los valores de marca de un producto.


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